Hay infinidad de anécdotas ocurridas en consulta, y muchas de ellas recogidas en un libro titulado «Anécdotas en oftalmología» (editorial Edimsa, 2009) de las que no puedo plasmar ninguna por aquello del copyright. Añadiré una que me ocurrió hace poco, pero diciendo de antemano el respeto que me merecen los pacientes que las protagonizan (hace poco publicaron anécdotas semejantes en la web del sergas y algunas , lejos de compartir una sonrisa, eran vía de mofa y befa).
El caso es que hay unas gotas antiglaucomatosas que como efecto secundario tiene el crecimiento de las pestañas, cosa por otro lado ansiada por muchas mujeres. La señora en cuestión, a la que poco importaba dicho hallazgo estético, no se había percatado de este suceso, más llamativo en ella porque sólo usaba gotas en uno de los ojos, permitiendo la comparación. El tema es que cuando le pregunto: «non se deu de conta de que lle creceron as pestañas?» ela dixo: «non, pero bueno, así xa non lles teño que botar nitramón». Me debatía entre la risa y la imagen de un ojo al que se aplicase alguna dosis de nitramón…