Investigadores españoles abren un nuevo horizonte a enfermedades todavía sin tratamiento como diversos tipos de ceguera adquirida. La doctora Ortiz, con cuyo trabajo tuve ocasión de colaborar durante años, y el resto del equipo capitaneado por su padre, concluye que, aunque aún están el comienzo, los resultados son alentadores. En líneas generales, el estudio se basa en que, primero con unas gafas que captan la información y luego a través de la estimulación repetida de una mano se le puede enseñar al cerebro qué estamos mostrándole, consiguiendo con ello una visión de (de momento) formas, bultos, y comienzan a reconocer caras. El punto débil del trabajo son los niños que ya han nacido ciegos, donde hay más complicaciones.
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